lunes, 18 de noviembre de 2019

CUARTOS DE FINAL SUB-15

Un Arbitraje dorado
de Martín Juárez J

Se presentan en las líneas Arturo Baños y Ángel Jiménez de Tlaxcala

Nuevequincetlaxcala

En un partido oficial de la Federación Mexicana de Fútbol el equipo arbitral es el primero en llegar y el último en irse del terreno de juego.
Este grupo selecto forma parte de las 17 Reglas de Juego, 5 Árbitro y 6 Árbitros Asistentes.
En los cuartos de final: Pumas vs Monterrey, a las 12:00 horas del 16 de noviembre, en la Cantera I de la
Universidad Nacional Autónoma de México, observamos un arbitraje de calidad.
Martín Juárez Jiménez de 25 años y seis meses fue el silbante asignado por la Comisión de Árbitros que preside Arturo Brizio Carter, para este cotejo
correspondiente a la llave uno de cuatro.
Le asistieron los tlaxcaltecas Jesús Arturo Baños Ortega y Ángel Jiménez Jiménez, quienes se presentaron en esta liguilla.
El experimentado asesor, Óscar Espinosa Macías, citó a la terna arbitral a las 08:30 horas en una cafetería contigua al campo de fútbol.
Los árbitros se desplazaron desde muy temprano, unas dos horas y media de viaje.
Se trata de un encuentro difícil, pues de entre estos dos canteranos, saldrá uno con boleto a la semifinal del Torneo Apertura 2019.
Y es la primera vez que éstas jóvenes promesas del arbitraje mexicano, trabajan juntos, así que previenen todos los detalles para arbitrar bien.
Posibles conatos de bronca, disciplina del
Cuerpo Arbitral, técnicos en urgencias médicas, equipo de los jugadores, escenario, público, comunicación árbitro-asistentes y hasta los movimientos de los fotógrafos de la prensa, todo estuvo fríamente calculado.
Previo al silbatazo inicial la decana maestra Jiménez dió la bendición y deseó éxito a su hijo: el árbitro central, todo esto, frente a la porra de Pumas.
Todo fue planeado y por tanto, no debía haber errores que cambiaran el rumbo de este cotejo entre futbolistas de 15 años.
Después de un minuto de silencio por la ausencia terrenal del magnate Jorge Vergara, dueño de Chivas, comenzó el juego con dominio local.
Los árbitros dejaron los nervios en su
primer señalamiento, lo hicieron bien.
Un jugador de Monterrey intentó levantar la voz, al estilo André Pierre Gicñac, pero, con personalidad, el árbitro de tez morena, de 1.74 metros y de ya amplio criterio, intervino.
Conforme avanzaba el juego, el arbitraje era excelso, solo comparado con actuaciones de Arturo Brizio Carter o Perluigi Collina no había visto algo igual, expresó un conocedor en la materia arbitral.
Y efectivamente, esos desvelos de los padres
y los hijos, daban frutos en el terreno de juego.
Pumas dejó ir el gol y Rayados los casó en las postrimerías del cotejo, el partido se tensó.
Martín Juárez Jiménez ha dado una cátedra de arbitraje en el rectángulo y fuera de él.
Respiró para dar el silbatazo final y se llevó las manos a la cintura, el desgaste físico fue notable.
Los tlaxcaltecas asistieron cada que fue necesario, coadyuvaron para el buen desarrollo del juego.
Afuera la porra local que cambió el grito de p.. por ¡Pumas! en un saque de meta, reconoció el esfuerzo de las estrellas del futuro y el de sus adversarios, aceptaron la realidad plasmada.
Del equipo arbitral poco se habló, en contadas veces hubo reclamos, ha sido discreto pero eficaz; cuantas veces fue exigido ahí estuvo.
Los jugadores cometieron el mínimo de faltas solo cinco amarillas: dos por cortar un avance, dos por  falta y una por retardar la reanudación del encuentro.
Seis minutos añadió al tiempo oficial, parecía que la impotencia de Pumas acabaría en golpes, pero la intervención de los tres fue contundente, disuadieron al presunto protagonista.
Vino el silbatazo final, unos a llorar y otros a festejar, la cuarteta había cumplido, exhausta pero satisfecha, todos serios.
Desde las tribunas el decano asesor, Óscar Espinosa, había visto un partido bien dirigido, en su rostro de satisfacción estaba la respuesta; qué mejor que evaluar a un equipo que lo hizo bien.
Faltaba lo más importante, la elaboración del informe arbitral y más tarde las instrucciones sobre la asesoría.
Martín como al inicio de la mañana, estuvo al pendiente de lo que su madre le instruyó para su actuación y de lo que requirió.
Lleno de valores, obedeció a su progenitora quien de joven encontró en la gimnasia disciplina, esa disciplina que les impuso en sus tres hijos.
Después del saludo de despedida unas palabras de aliento del Asesor: "como padres de los tres, tuvieron el privilegio de ser testigos del triunfo de hoy, ojalá sigan hasta la final".
Estos hombres pensaron y pensaron para bien.
Ahora a descansar para estar listos ante los nuevos retos de la vida, en el arbitraje y en sus profesiones.
Y efectivamente, los árbitros que percibieron el canto de los gallos cuando salieron de sus casas, a su regreso, escucharon el canto de los grillos.
¡Están listos para el éxito!, sólo ¡No desmayen!
(Tomás Baños Islas, Mención Honorífica en la 33 Edición del Premio Nacional de Periodismo y ex Árbitro).

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