La Noche Mágica en el Tlahuicole
Nuevequincetlaxcala
Humberto Vázquez, la primera voz del estadio Tlahuicole se escuchó en el sonido local: -“¿Quién va hacer el campeón?”.
La respuesta de cinco mil gargantas fue al unísono -“¡Coyotes!”. No se equivocaron.
Apenas
iniciaba el segundo tiempo reglamentario con empate a un gol entre
Coyotes Tlaxcala y Freseros de Irapuato en la final de la Segunda
División Premier, todos estaban con la esperanza del triunfo.
La
noche mágica en el estadio Tlahuicole se redondeó desde los once
metros, en la misma portería sur en la que Linces de la Universidad
Metropolitana de Tlaxcala se alzó con el título histórico de la misma
categoría el 14 de diciembre de 2014.
En una noche mágica para el futbol tlaxcalteca, esta vez no hubo lluvia ni centellas ni frío.
Fue la noche de la fantasía, de goles de buena manufactura, de la pasión, de la fiesta y del carnaval.
Fue
la noche en la que el balón produjo consecuencias de orden técnico
desde el punto penal tras el empate global a cinco goles, con un
arbitraje de altura a cargo de Víctor Alfonso Cácerez Hernández.
Una
noche que ya se merecía la afición, el segundo título en dos años, este
como parte del proyecto del saliente gobernador de Tlaxcala, Mariano
González Zarur y que lo pone con medio boleto en la Liga de Ascenso.
Y
desde las 15:00 horas, en la capital tlaxcaltecas hombres y mujeres se
alistaban con su jersey de Coyotes para acudir al estadio.
En
restaurantes, tiendas de autoservicio, tianguis sabatino, mercado,
fábricas, comercios y hasta en las oficinas gubernamentales, solo se
hablaba del juego de futbol de Coyotes.
Sin embargo, pocos eran los elegidos para asistir al estadio Tlahuicole, unos cinco mil 500 con boleto pagado.
Dos
días antes del cotejo, la directiva del conjunto local, anunció que los
boletos se habían agotado, así que era imposible presenciar el
encuentro sin boleto.
Rafael
Torre Mendoza, presidente del Club Coyotes, anunció que habilitaron
pantallas en diferentes puntos de la ciudad para los aficionados que no
pudieron conseguir un pase.
En las taquillas del estadio, había una leyenda que decía boletos agotados.
Otros
aficionados optaron por seguir la final en la televisora local, y otros
en cantinas y restaurantes por la televisión abierta y la radio.
Eso sí, la reventa estuvo a la orden del día.
La presencia de revendedores poblanos se hizo presente en las calles de acceso al estadio.
“¡Tienes
boletos!”, preguntaban los revendedores en forma sigilosa a los
aficionados, ante la presencia de elementos de la Comisión Estatal de
Seguridad (CES).
Para la zona de plateas los boletos que estaban en 50 pesos, fueron revendidos hasta en 400 y 500 pesos. Hubo quien los pagó.
Desde
la pantalla ubicada en el zócalo capitalino, se observaba a Ángel
Bautista, como el motor del conjunto de Coyotes, que en media cancha,
literalmente, volvió locos a sus contrarios.
La
“Coyotomanía” permitió que algunas familias innovaran en la confección
de coyotes de peluche que vendieron a las afueras del estadio.
Como
Mónica Cabrera quien vendió unos 50 peluches en 100 pesos cada uno en
menos de tres horas, lo que le permitió a su hermana que es madre
soltera solucionar sus problemas financieros.
“Estoy
muy contenta porque he vendido como 50 coyotitos, pero lo más
importante es que nuestro equipo es campeón”, expresó la adolescente.
Para
entonces, el estadio vibraba, todo era felicidad, las inmediaciones del
terreno de juego fueron embellecidas con luces pirotécnicas que
iluminaron el graderío repleto de aficionados.
El
festejo de Coyotes se prolongó hasta las primeras horas de este
domingo, los jugadores participaron en una caravana vehicular desde
Chiautempan hasta la ciudad de Tlaxcala.
Y
sí, en la noche mágica con feria de goles, en la que promovieron
artículos del Club Puebla F. C. de la Primera División, la primera voz
del sonido local, no se equivocó, Coyotes de Tlaxcala, es el campeón de
la Segunda División Premier.
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